viernes, 30 de marzo de 2012

SER AUTÉNTICO.


Cima del Roraima, La Gran Sabana, Venezuela.

SER AUTÉNTICO.
La vida es más hermosa cuando asumo la realidad y acepto lo que soy.
Así soy auténtico.
Así me puedo reír y disfrutar de lo que soy.
Así es como puedo crear y crecer.
Así nada tengo que esconder y puedo llevar una sonrisa en los labios con el amor a flor de piel, para encontrar personas que se identifiquen con mi forma de ser, con mi forma de soñar, para compartir todo el esplendor de la vida, del amor, de la amistad.
Así pretendo ser, auténtico, para que me dejen marchar o para que  me acepten como soy, no importa que me corrijan, es la única forma de edificar sobre roca sólida, indestructible, los cimientos de la amistad  que dura para siempre, hasta allá donde queda el ocaso de la vida.
- Así hasta allá.

sábado, 17 de marzo de 2012

Pedro El Leñador y La Flor Silvestre.



Base del Roraima, Orquídea de la Gran Sabana. Venezuela.



PEDRO EL LEÑADOR.
Y LA FLOR Silvestre.

        Todos los cuentos se inician en la mente de los soñadores, en este cuento sueñan dos, quien escribe, pues Yo, y Pedro, El Leñador, el podador del bosque, escuchador  de  Arrendajos y cuidador de su vergel.
 
        Pedro el leñador, era un hombre humilde y muy trabajador que vivía con su esposa y sus dos hijos en una cabaña sencilla pero muy hermosa que construyó en una loma en medio de un bosque de árboles de cedro.
Pedro tenía una vida que bien pudiera ser la envidia de cualquiera, pero él no lo percibía, su vida rutinariamente transcurría cada día entre su casa, el camino del bosque y el trabajo.
Cada día se levantaba antes que el primer rayo de luz asomara por su ventana, se ponía su braga de trabajar, sus botas de cuero, se sentaba en la mesa con su esposa y sus dos hijos a desayunar, lo que su esposa con tanto amor cada día preparaba. Pedro, se levantaba de la mesa, tomaba su hacha para cortar, se despedía de su familia y se iba a trabajar. Aunque había muchos caminos en el bosque para llegar al trabajo siempre de prisa se iba por el mismo camino hasta llegar al corte de los cedros, donde con sus compañeros competían para ver quien derribaba más cedros en un solo día. Antes de la puesta del Sol, Pedro, regresaba a casa, por el mismo camino, saludaba a su mujer y a sus hijos, le contaba el mismo cuento cada día. Y así, transcurría la vida de Pedro, el leñador.
Realmente vivía en el paraíso, pero siempre se quejaba de la rutina de la vida, no cantaba, muy poco reía, siempre imponiendo su carácter cada día.
Pero, un día cambió toda su vida, Pedro, dispuesto para salir a su trabajo se paró en la puerta de la casa, vio al cielo y dudó en ir ese día al bosque de los cedros, el cielo estaba nublado muy oscuro –amenazaba una gran tormenta- pero pensó que no era importante y salió por el camino del bosque. En el camino la tormenta desató toda su furia y Pedro, por temor a los rayos, se desvió por otro camino, corrió desesperadamente en busca de un refugio que sabía existía en un lugar del bosque. Pedro, jamás utilizaba ese camino, pero ese día el destino lo obligó, corrió y corrió en busca del refugio, pero como por obra del Señor, repentinamente la tormenta amainó, el sol se presentó con todo su esplendor y Pedro, se encontró en medio de un hermoso bosque,
-era un mundo nuevo para él.
En un claro de ese bosque, se destacaba por sobre todas las cosas una hermosa flor, que  nunca había visto, atrajo tanto su atención que se acercó a mirarla, de espectacular color,  su olor perfumaba con una suave fragancia todo el ambiente. La belleza de la flor lo sedujo y lo llenó de inspiración.
-Y pensar que siempre estuviste aquí y no lo sabía yo, en silencio – Pedro, reflexionó.
De prisa siguió por ese mismo sendero al corte de los cedros. De regreso a casa, se fue por el nuevo camino en busca de su Flor, al pasar se detuvo y la liberó de toda la vegetación que la mantenía cautiva en medio de aquel frondoso bosque. Así, Pedro, cada día, muy feliz, salía más temprano de casa y regresaba un poco tarde, solo para dedicar un tiempo al cuidado de su Flor, su nuevo amor.   
Fue elaborando un bello vergel, donde su Flor, era el centro de atracción, fue abonando sus raíces y el tallo se hizo más fuerte. Pedro, cortó muchas estacas del tallo de su Flor, y las fue sembrando con mucha dedicación en el Jardín de su casa.
Desde ese día todo cambió, Pedro, motivado por su Flor, se reía y cantaba, a sus hijos y a su esposa les decía que los amaba, todos percibieron el cambio y también los contagió, la casa se hizo más hermosa por el color de las Flores que Pedro sembró.
Desde aquel día, Pedro, el leñador, empezó a ver Flores, donde siempre estaban pero que nunca las miró, el cielo es diferente más hermoso está hoy, el bosque le parecía el paraíso del Señor, con alegría iba al trabajo, no sin antes pasar por el vergel de su hermosa Flor.
Sucedió que un día, fue al encuentro de su Flor, pero su Flor se marchitó, su lozanía perdió, sus ojos se nublaron pero sin botar una lágrima al llegar a su casa así le escribió.

Flor del bosque.
Flor del camino que un día de invierno cruzó mí camino.

Flor del bosque.
Flor del camino que un día de invierno cambió mí destino.

Flor del bosque.
Flor de toda una vida, hermosa como todas, cautivadora como ninguna.

Flor del bosque.
Flor del camino, hechizo de  vida, radiante como la luna.

Flor del bosque.
Flor del camino, confidente de mis sueños, guardián de mis locuras.

Flor del bosque.
Flor del camino redentora de mis tristezas, guardián de mi ilusión.

Flor del bosque.
Flor del camino musa de mi canción, inspiración de mí poesía.

Florecita, florecita que haces con mi vida que ya no tengo tristeza y menos melancolía, porque la luna es diferente y brilla más la luz del día.

Florecita, florecita, no te marchites nunca, no te vayas de mi vida, que aún me queda camino por recorrer todos los días.
Si no te lo digo yo, quien te lo diría.
El susurro de la brisa no, porque te maltrataría.

Así, Pedro, siguió uno y otro día, ya su vida fue diferente, más ya no hubo tristeza ni melancolía, porque Pedro, sabía que el tallo de su Flor, fortalecido por su Amor, más Flores le daría.
Pedro en su delirio, enamorado de su flor que tanto lo motivó, le dio forma de mujer en su imaginación y así le cantó cuando su flor se marchitó.

No te quiero ver partir y ya me dijiste Adiós.
Ya me acostumbré a tu voz y no puedo dejarte de soñar.
En el baúl de los recuerdos no te quiero más guardar.
Le gritaría al mundo un sueño y mil sueños más.
Si me quedo en silencio no te dejo de pensar.
Ya no encuentro el camino que me permita a tu lado estar.
Se lo dejo al destino, quien sabe que será.
Se me nublan los ojos pero no quiero llorar.
No hay tristezas en mi vida, sí alegrías para dar.
Solo me frustro un poco por no podértelo cantar.
Las cadenas que me atan, libre quisiera estar, para compartir un rato y otro  rato más, hasta que me digas no te vayas jamás.

Y Pedro, le habló a sus dos confidentes, la Luna y el Sol, que estaban tristes por la partida de su Flor Silvestre.

No quiero que llore la Luna, no quiero que llore el Sol, no quiero que llores tú por culpa del Ruiseñor que no supo comprender lo inmenso de nuestro Amor.
A la Luna y el Sol, no los puedo consolar, porque tú ocupas todo mi cantar.

Como Pedro, lo había soñado así fue, cada día brotaban nuevos botones y de cada botón una hermosa Flor, y así continuó Pedro, hasta el fin de los días mimando a la flor del camino que motivó toda su vida.
Que decir de la familia, que por el cambio de su Pedro, se sintieron más amados cada día, como nunca antes sucedió, en esa casa se soñaba tanto de noche como de día.
Y los pájaros del Bosque, en el vergel de Pedro, anidaron para siempre escuchar los cantos y los silbidos de un hombre redimido, liberado de las cadenas de la rutina de la vida. Turpiales, Chirulíes, Azulejos y que decir de los Arrendajos, que colgaron sus nidos de la copa de los cedros hasta llegar al suelo para vivir cerca de Pedro.
Así fue, Pedro El Leñador, descubrió lo que siempre estaba ahí, a sus pies, pero que nunca apreció. El bosque de los Cedros, un paraíso, donde de noche se duerme bajo un manto de estrellas y de día desde la cabaña de Pedro, en la loma de la montaña se aprecia un inmenso bosque de cedros que se pierde de vista como si de un mar se tratara y que decir del piso del bosque un verdadero vergel siempre lleno de flores donde los pájaros vuelan con sus hermosos colores, las mariposas danzan como nubes entre las flores que despiden las fragancias de sabrosos olores. Si vas al bosque de Pedro, nunca lo podrás olvidar, no sabrás si estas soñando en el Cielo o en otro paraíso terrenal.
Pedro el leñador, le habló a su familia y después a sus amigos y así les comentó, cuando no percibas más la vida, busca tu motivación no importa lo que arriesgues, te lo pide el corazón. Si nada arriesgas nada ganas, así es la vida en cuestiones de negocios y también del corazón, lo importante es sentir que estamos viviendo, disfrutando de toda la creación, de todo y de todos, con prudencia, pero con mucha pasión.
Quizás así se vive una vida entera, pero así, también se pueden vivir  muchos instantes que duran toda la vida –una vida en un instante.
Y así se los dijo: 

Hay personas con las que quieres compartir toda una vida.
Hay personas con las que quieres compartir una puesta de Sol.
Hay personas con las que quieres compartir un amanecer.
Hay personas con las que quieres compartir la belleza de la naturaleza en todo su esplendor.
Hay personas con las que quieres enfrentar las tormentas cuando el viento está de frente y la lluvia cae sobre tu cuerpo sin protección.
Hay personas con las que quieres compartir todo tu Amor.
Y, hay personas con las que vives un instante y en ese instante ya viviste toda una vida, con todas sus puestas de sol, con todos sus amaneceres, disfrutando de la belleza de la naturaleza, enfrentando tormentas sin protección y entregando todo el amor que se puede tener en un solo corazón.
Una vida en un instante, es decir te quiero mucho y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es tocar el cielo ver Tu Dios, y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es fundir dos almas en un solo corazón y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es pedir que el instante dure para siempre y después tener que decir Adiós.
Una vida en un instante, jamás se podrá describir con palabras ni los recuerdos que guardas en el corazón.
Vivir la vida en un instante, es vivir intensamente sin distracción disfrutando de toda la creación del hombre y su Dios.
Jamás te olvidas de ese instante.
  
LA MORALEJA.

La moraleja de esta fábula, es que todos debemos disfrutar de la vida y cuando ya no es así, debemos buscar, cambiar, arriesgar, porque los motivos están y hay que encontrarlos.
-Tu Flor, está en algún lugar.
Hay que vivir para ver el cielo, para tocarlo y disfrutarlo. La diferencia entre ver el cielo o no,  es la actitud que asumes frente a la vida,  -el agradecimiento por lo que se es,  -el agradecimiento por lo que está ahí, -el agradecimiento por la vida misma.
Muchas veces he escuchado en este lugar hay mucha energía, y sí,  hay mucha energía porque se está atento y despierto para disfrutar lo que siempre está. Es lo que te permite que cada instante de tu vida, cada hora, cada segundo, lo vivas en el cielo y cada quien conoce su cielo, es el hombre en pleno funcionamiento.
Es la actitud que asumes frente a la vida lo que hace que vivas en tu cielo y la que nos da el optimismo para saber que las dificultades  son transitorias, que las crisis pasan y necesariamente fortalecen el ser.
El cielo está siempre a nuestro alcance –para  vivirlo- es uno, el hombre, quien se empeña en transformar el cielo en un infierno, es el mensaje de todos los seres iluminados –de los maestros -  estaban iluminados porque descubrieron el cielo en la tierra y comprendieron que el cielo siempre está aquí y que podemos vivir en el, sus mensajes, sus enseñanzas nos abren el camino al cielo.
No podemos vivir pensando que la vida es para siempre, es nuestra obligación vivir y disfrutar  lo que nos da la vida, no mañana, es absolutamente necesario que sea en este mismo instante, la vida es hoy no mañana.
De repente creen que estoy loco, puede ser, un loco soñador, y eso, poco me importa, porque después de todo, el mundo ha cambiado gracias a los locos soñadores.
Así son las cosas.

Y, colorín, colorado este cuanto ha terminado, aquí se los dejo para que lo guarden en su corazón o en la papelera si es su decisión.
No escribo THE END, porque no me gusta en Inglés, mejor escribo FIN, que ustedes lo entienden muy bien.
FIN.-

Para todos mis amigos.           
Jaime Fernando Verona González.
11 de noviembre de 2011.-

RECUERDOS QUE NO DEJAN PASAR EL TIEMPO.




Kukenán Tepuy, La Gran Sabana, Venezuela.


No comprendo lo que pasa, cada día llega el cartero con la misma correspondencia, rutinariamente  abro la carta y leo.
“…ya no hablamos, ya no te escucho, ya no te espero, ya no te veo..."
No comprendo, el remitente se borró, cada día coloco la carta en el mismo lugar, pero nunca está la del día anterior.
Que extraño es todo esto!
Las flores en el comedor no se marchitan, cada día recibo las mismas noticias, tal parece que el tiempo está detenido en este lugar.
Sé que el tiempo pasa porque el reloj sigue su movimiento  implacablemente.
No crece el cabello, ni la barba, ni las uñas.
Mi cuerpo se mantiene inerte, el corazón late igual que siempre, pero mi cuerpo no está envejeciendo.
Camino hasta la sala,  temeroso corro un poco la cortina de la pequeña ventana, afuera todo transcurre igual que siempre, la gente pasa, la multitud se mueve, hay un correr permanente.
Ella pasa, hermosamente vestida, como siempre.
En el bosque que está frente a mi ventana todo transcurre igual, me quedo expectante, viendo como caen las hojas de los árboles, una a una como lluvia y vuelan por las calles, cada primavera reverdecen los botones y brotan nuevas flores.
Y ella pasa, hermosamente vestida, seductora, encantadora, como siempre.
Voy a la habitación buscando la inconciencia para no pensar, me quedo dormido,  siempre sueño con la misma sombra que se desvanece en la oscuridad.
Despierto y las noticias siempre son las mismas, voy dispuesto a afeitarme pero no hay vellos en mi rostro, el cuerpo está inerte.
El cartero toca y hace correr la correspondencia por debajo de la puerta, siempre la misma carta, sin fecha, sin remitente  -se borró.
 “...ya no hablamos, ya no te escucho, ya no te espero, ya no te veo...”
La carta de ayer no está en su lugar.
Me doy cuenta que mi vida no transcurre igual.
Me doy cuenta que mi vida se quedó detenida en un tiempo y en un mismo pensamiento, pero veo por la ventana y en la calle la gente va y viene sin cesar.
Ella pasa, hermosamente vestida, seductora, encantadora como siempre, pero hoy es diferente, su rostro ha cambiado.
No entiendo, no comprendo, voy al espejo y siempre veo el mismo rostro, no envejece.
No pienso en salir a la puerta de la casa, porque el pensamiento no transcurre.
Ya no tengo hambre, ya no siento sueño, todo se ha borrado de mi pensamiento.
Un solo recuerdo permanece en mi mente.
Afuera brilla la luz del sol pero no entra por mi ventana, la casa se mantiene  oscura, en penumbras y las flores no se marchitan nunca.
Tocan la puerta, es el Cartero, abro la carta, ésta vez es diferente.
“...Que pasa, por qué no vives? Por qué no vienes?
-Siempre te espero en el mismo lugar, igual que siempre...”
Veo por la ventana y ahí está, sentada en el banco del bosque, hermosamente vestida, como siempre.
Con mucho temor me pongo una chaqueta,  salgo a la puerta, me voy caminando al bosque, las manos escondidas en los bolsillos, veo al cielo que está claro, hermoso, de repente toco mi cara llena de barba, las manos arrugadas, estoy envejeciendo, igual que ella.
Es evidente, ha pasado el tiempo en mi cuerpo.
La saludo con un beso en la mejilla, poco a poco tomo su mano entre las mías, la abrazo, la ciño en mi corazón, siento como se estremecen los cuerpos en el encuentro, su calor me agrada tanto que no quiero dejar de sentirla, pero no quiero intimidarla.
Estamos hablando pero ya no comprendo nada, dudo si hablamos el mismo idioma.
Tal parece que mi pensamiento nada ha vivido y aún se mantiene inerte en el pasado en un solo recuerdo, pero el tiempo si transcurrió, han pasado los años.
De repente surge la confusión, siento que he perdido algo muy importante en mi vida por no arriesgarlo todo.
A veces, así es la vida, o entregas todo o no hay nada.
La veo, la escucho, e inmediatamente entiendo porqué.
Entiendo porqué las ideas se quedaron detenidas en mi pensamiento por ella.
La similitud de lo que he buscado, está en ella, en su Ser.
Su cuerpo es fascinante, me encanta con un hechizo único.
Como no podría ser así?
Pero su forma de ser en libertad, cuando es en realidad, es eso lo que me seduce con encanto singular,  hace volar los sueños, la fantasía, la creatividad.
Es indudable, es ella.
Sé que es única.
No hay dos.
Es inútil que la siga buscando en los demás.
No hay dos.
No hay dos seres iguales.
Me levanto del banco, ciño de nuevo su mano, me despido y camino al refugio donde no pasa el tiempo, con  mis recuerdos y la verdad que ha destronado la fantasía de la posibilidad.
Sé que no puedo vivir detenido en el tiempo, pero no puedo despertar un día y decir adiós a lo que siento, a lo que soy, a las personas que identifico como espejos de mi alma. No puedo.
No puedo dejar de querer a las personas que encuentro en el camino y llegan a mi mente y a mi corazón.  No puedo.
Quien sabe, mas adelante en esta vida o en otra vida será.  
Así es la belleza de la vida que nos plantea el juego de vivir a plenitud para hacer un sueño realidad.
Hay  momentos en el camino que creemos que estamos muriendo nos quedamos inertes, paralizados y en realidad es cuando estamos viviendo con intensidad.
Si no reímos, no lloramos, no sufrimos, en realidad tampoco vivimos, -no crecemos.
Así es la danza de la vida.
Así es la danza del amor.
Así eres tú.
Así soy yo.
(Carta de Fernando, inspirada en Elena – Obsesiones de la Mente).

EL DIBUJO DE LOS DOS.

Quiero quedar dormido para en un sueño embriagarme con tus recuerdos.
Quiero romper esquemas para no soñar más y pintar la realidad con los colores de la vida, del amor, de la seducción, del fuego, de la pasión.
Quiero dibujar tu cuerpo con mis manos, trazando lo oscuro, lo claro, la luz de los labios.
Quiero sentir de cerca el aroma desnudo de tu ser cuando la pasión se hace presente, cuando se entrelazan y brotan rocíos de la piel, fluidos del encuentro, de ti y de mí.
Quiero contemplarte extenuada sobre la pureza blanca de los hilos trenzados de seda, de  lana, de algodón y susurrarte al oído, te quiero.
Quiero que despiertes del encuentro enfrentando las miradas y me pidas que te bese, que soñemos juntos en otro momento fugaz.
Quiero que el momento no quede en el olvido, plasmando en el lienzo el dibujo de los dos y escribiendo páginas de la vida del amor. Porque no quiero que al pasar el tiempo sólo quedes en mis pensamientos, como si de un sueño se trató.-