sábado, 17 de marzo de 2012

Pedro El Leñador y La Flor Silvestre.



Base del Roraima, Orquídea de la Gran Sabana. Venezuela.



PEDRO EL LEÑADOR.
Y LA FLOR Silvestre.

        Todos los cuentos se inician en la mente de los soñadores, en este cuento sueñan dos, quien escribe, pues Yo, y Pedro, El Leñador, el podador del bosque, escuchador  de  Arrendajos y cuidador de su vergel.
 
        Pedro el leñador, era un hombre humilde y muy trabajador que vivía con su esposa y sus dos hijos en una cabaña sencilla pero muy hermosa que construyó en una loma en medio de un bosque de árboles de cedro.
Pedro tenía una vida que bien pudiera ser la envidia de cualquiera, pero él no lo percibía, su vida rutinariamente transcurría cada día entre su casa, el camino del bosque y el trabajo.
Cada día se levantaba antes que el primer rayo de luz asomara por su ventana, se ponía su braga de trabajar, sus botas de cuero, se sentaba en la mesa con su esposa y sus dos hijos a desayunar, lo que su esposa con tanto amor cada día preparaba. Pedro, se levantaba de la mesa, tomaba su hacha para cortar, se despedía de su familia y se iba a trabajar. Aunque había muchos caminos en el bosque para llegar al trabajo siempre de prisa se iba por el mismo camino hasta llegar al corte de los cedros, donde con sus compañeros competían para ver quien derribaba más cedros en un solo día. Antes de la puesta del Sol, Pedro, regresaba a casa, por el mismo camino, saludaba a su mujer y a sus hijos, le contaba el mismo cuento cada día. Y así, transcurría la vida de Pedro, el leñador.
Realmente vivía en el paraíso, pero siempre se quejaba de la rutina de la vida, no cantaba, muy poco reía, siempre imponiendo su carácter cada día.
Pero, un día cambió toda su vida, Pedro, dispuesto para salir a su trabajo se paró en la puerta de la casa, vio al cielo y dudó en ir ese día al bosque de los cedros, el cielo estaba nublado muy oscuro –amenazaba una gran tormenta- pero pensó que no era importante y salió por el camino del bosque. En el camino la tormenta desató toda su furia y Pedro, por temor a los rayos, se desvió por otro camino, corrió desesperadamente en busca de un refugio que sabía existía en un lugar del bosque. Pedro, jamás utilizaba ese camino, pero ese día el destino lo obligó, corrió y corrió en busca del refugio, pero como por obra del Señor, repentinamente la tormenta amainó, el sol se presentó con todo su esplendor y Pedro, se encontró en medio de un hermoso bosque,
-era un mundo nuevo para él.
En un claro de ese bosque, se destacaba por sobre todas las cosas una hermosa flor, que  nunca había visto, atrajo tanto su atención que se acercó a mirarla, de espectacular color,  su olor perfumaba con una suave fragancia todo el ambiente. La belleza de la flor lo sedujo y lo llenó de inspiración.
-Y pensar que siempre estuviste aquí y no lo sabía yo, en silencio – Pedro, reflexionó.
De prisa siguió por ese mismo sendero al corte de los cedros. De regreso a casa, se fue por el nuevo camino en busca de su Flor, al pasar se detuvo y la liberó de toda la vegetación que la mantenía cautiva en medio de aquel frondoso bosque. Así, Pedro, cada día, muy feliz, salía más temprano de casa y regresaba un poco tarde, solo para dedicar un tiempo al cuidado de su Flor, su nuevo amor.   
Fue elaborando un bello vergel, donde su Flor, era el centro de atracción, fue abonando sus raíces y el tallo se hizo más fuerte. Pedro, cortó muchas estacas del tallo de su Flor, y las fue sembrando con mucha dedicación en el Jardín de su casa.
Desde ese día todo cambió, Pedro, motivado por su Flor, se reía y cantaba, a sus hijos y a su esposa les decía que los amaba, todos percibieron el cambio y también los contagió, la casa se hizo más hermosa por el color de las Flores que Pedro sembró.
Desde aquel día, Pedro, el leñador, empezó a ver Flores, donde siempre estaban pero que nunca las miró, el cielo es diferente más hermoso está hoy, el bosque le parecía el paraíso del Señor, con alegría iba al trabajo, no sin antes pasar por el vergel de su hermosa Flor.
Sucedió que un día, fue al encuentro de su Flor, pero su Flor se marchitó, su lozanía perdió, sus ojos se nublaron pero sin botar una lágrima al llegar a su casa así le escribió.

Flor del bosque.
Flor del camino que un día de invierno cruzó mí camino.

Flor del bosque.
Flor del camino que un día de invierno cambió mí destino.

Flor del bosque.
Flor de toda una vida, hermosa como todas, cautivadora como ninguna.

Flor del bosque.
Flor del camino, hechizo de  vida, radiante como la luna.

Flor del bosque.
Flor del camino, confidente de mis sueños, guardián de mis locuras.

Flor del bosque.
Flor del camino redentora de mis tristezas, guardián de mi ilusión.

Flor del bosque.
Flor del camino musa de mi canción, inspiración de mí poesía.

Florecita, florecita que haces con mi vida que ya no tengo tristeza y menos melancolía, porque la luna es diferente y brilla más la luz del día.

Florecita, florecita, no te marchites nunca, no te vayas de mi vida, que aún me queda camino por recorrer todos los días.
Si no te lo digo yo, quien te lo diría.
El susurro de la brisa no, porque te maltrataría.

Así, Pedro, siguió uno y otro día, ya su vida fue diferente, más ya no hubo tristeza ni melancolía, porque Pedro, sabía que el tallo de su Flor, fortalecido por su Amor, más Flores le daría.
Pedro en su delirio, enamorado de su flor que tanto lo motivó, le dio forma de mujer en su imaginación y así le cantó cuando su flor se marchitó.

No te quiero ver partir y ya me dijiste Adiós.
Ya me acostumbré a tu voz y no puedo dejarte de soñar.
En el baúl de los recuerdos no te quiero más guardar.
Le gritaría al mundo un sueño y mil sueños más.
Si me quedo en silencio no te dejo de pensar.
Ya no encuentro el camino que me permita a tu lado estar.
Se lo dejo al destino, quien sabe que será.
Se me nublan los ojos pero no quiero llorar.
No hay tristezas en mi vida, sí alegrías para dar.
Solo me frustro un poco por no podértelo cantar.
Las cadenas que me atan, libre quisiera estar, para compartir un rato y otro  rato más, hasta que me digas no te vayas jamás.

Y Pedro, le habló a sus dos confidentes, la Luna y el Sol, que estaban tristes por la partida de su Flor Silvestre.

No quiero que llore la Luna, no quiero que llore el Sol, no quiero que llores tú por culpa del Ruiseñor que no supo comprender lo inmenso de nuestro Amor.
A la Luna y el Sol, no los puedo consolar, porque tú ocupas todo mi cantar.

Como Pedro, lo había soñado así fue, cada día brotaban nuevos botones y de cada botón una hermosa Flor, y así continuó Pedro, hasta el fin de los días mimando a la flor del camino que motivó toda su vida.
Que decir de la familia, que por el cambio de su Pedro, se sintieron más amados cada día, como nunca antes sucedió, en esa casa se soñaba tanto de noche como de día.
Y los pájaros del Bosque, en el vergel de Pedro, anidaron para siempre escuchar los cantos y los silbidos de un hombre redimido, liberado de las cadenas de la rutina de la vida. Turpiales, Chirulíes, Azulejos y que decir de los Arrendajos, que colgaron sus nidos de la copa de los cedros hasta llegar al suelo para vivir cerca de Pedro.
Así fue, Pedro El Leñador, descubrió lo que siempre estaba ahí, a sus pies, pero que nunca apreció. El bosque de los Cedros, un paraíso, donde de noche se duerme bajo un manto de estrellas y de día desde la cabaña de Pedro, en la loma de la montaña se aprecia un inmenso bosque de cedros que se pierde de vista como si de un mar se tratara y que decir del piso del bosque un verdadero vergel siempre lleno de flores donde los pájaros vuelan con sus hermosos colores, las mariposas danzan como nubes entre las flores que despiden las fragancias de sabrosos olores. Si vas al bosque de Pedro, nunca lo podrás olvidar, no sabrás si estas soñando en el Cielo o en otro paraíso terrenal.
Pedro el leñador, le habló a su familia y después a sus amigos y así les comentó, cuando no percibas más la vida, busca tu motivación no importa lo que arriesgues, te lo pide el corazón. Si nada arriesgas nada ganas, así es la vida en cuestiones de negocios y también del corazón, lo importante es sentir que estamos viviendo, disfrutando de toda la creación, de todo y de todos, con prudencia, pero con mucha pasión.
Quizás así se vive una vida entera, pero así, también se pueden vivir  muchos instantes que duran toda la vida –una vida en un instante.
Y así se los dijo: 

Hay personas con las que quieres compartir toda una vida.
Hay personas con las que quieres compartir una puesta de Sol.
Hay personas con las que quieres compartir un amanecer.
Hay personas con las que quieres compartir la belleza de la naturaleza en todo su esplendor.
Hay personas con las que quieres enfrentar las tormentas cuando el viento está de frente y la lluvia cae sobre tu cuerpo sin protección.
Hay personas con las que quieres compartir todo tu Amor.
Y, hay personas con las que vives un instante y en ese instante ya viviste toda una vida, con todas sus puestas de sol, con todos sus amaneceres, disfrutando de la belleza de la naturaleza, enfrentando tormentas sin protección y entregando todo el amor que se puede tener en un solo corazón.
Una vida en un instante, es decir te quiero mucho y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es tocar el cielo ver Tu Dios, y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es fundir dos almas en un solo corazón y después decir Adiós.
Una vida en un instante, es pedir que el instante dure para siempre y después tener que decir Adiós.
Una vida en un instante, jamás se podrá describir con palabras ni los recuerdos que guardas en el corazón.
Vivir la vida en un instante, es vivir intensamente sin distracción disfrutando de toda la creación del hombre y su Dios.
Jamás te olvidas de ese instante.
  
LA MORALEJA.

La moraleja de esta fábula, es que todos debemos disfrutar de la vida y cuando ya no es así, debemos buscar, cambiar, arriesgar, porque los motivos están y hay que encontrarlos.
-Tu Flor, está en algún lugar.
Hay que vivir para ver el cielo, para tocarlo y disfrutarlo. La diferencia entre ver el cielo o no,  es la actitud que asumes frente a la vida,  -el agradecimiento por lo que se es,  -el agradecimiento por lo que está ahí, -el agradecimiento por la vida misma.
Muchas veces he escuchado en este lugar hay mucha energía, y sí,  hay mucha energía porque se está atento y despierto para disfrutar lo que siempre está. Es lo que te permite que cada instante de tu vida, cada hora, cada segundo, lo vivas en el cielo y cada quien conoce su cielo, es el hombre en pleno funcionamiento.
Es la actitud que asumes frente a la vida lo que hace que vivas en tu cielo y la que nos da el optimismo para saber que las dificultades  son transitorias, que las crisis pasan y necesariamente fortalecen el ser.
El cielo está siempre a nuestro alcance –para  vivirlo- es uno, el hombre, quien se empeña en transformar el cielo en un infierno, es el mensaje de todos los seres iluminados –de los maestros -  estaban iluminados porque descubrieron el cielo en la tierra y comprendieron que el cielo siempre está aquí y que podemos vivir en el, sus mensajes, sus enseñanzas nos abren el camino al cielo.
No podemos vivir pensando que la vida es para siempre, es nuestra obligación vivir y disfrutar  lo que nos da la vida, no mañana, es absolutamente necesario que sea en este mismo instante, la vida es hoy no mañana.
De repente creen que estoy loco, puede ser, un loco soñador, y eso, poco me importa, porque después de todo, el mundo ha cambiado gracias a los locos soñadores.
Así son las cosas.

Y, colorín, colorado este cuanto ha terminado, aquí se los dejo para que lo guarden en su corazón o en la papelera si es su decisión.
No escribo THE END, porque no me gusta en Inglés, mejor escribo FIN, que ustedes lo entienden muy bien.
FIN.-

Para todos mis amigos.           
Jaime Fernando Verona González.
11 de noviembre de 2011.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario