sábado, 25 de agosto de 2012

Fernando viaja a la Capital, anécdotas del camino. I y II parte.



Estación  El Consejo – La Victoria – Edo. Aragua.
23 de Agosto de 2012.
(80 años después)
 


Había salido de Sagrario, a lomo de mula por los caminos selváticos de recuas bajo alboradas tupidas de la cordillera de la costa que separa el litoral de los valles centrales, para ir a la estación  El Consejo, de ahí subiría al tren con dirección a la Capital, para gestionar mi nacionalidad. Ya había decidido permanecer cerca de Elena, hasta el ocaso de mi vida.
El trayecto fue realmente agotador, tres días hasta el pequeño pueblo de El Consejo, enclavado en medio de vastos cañaverales que se extendían como una alfombra verde tapizando todo a lo largo y ancho del valle, hasta donde se pierde la vista en ambos horizontes, Este y Oeste.   
Remontar la Cordillera de la Costa por la cara del Litoral, dejando abajo las playas de eternas arenas blancas, es un deleite para la vista, un refugio para la inspiración. Subir por el bosque nublado cubierto de enormes Cedros, al acecho de los Cunaguaros, que durante las noches rugían reclamando el coto de caza que les pertenecía. Cuando alcanzas la cumbre,  a unos 2.400 metros sobre el nivel del Mar, se abre la panorámica, la inmensidad del Mar Caribe, bajo las nubes, te hace sentir insignificante ante la grandeza de la creación. Tocar la cumbre es apreciar los dos lados de la cordillera, al otro lado los valles cultivados, las chimeneas de trapiches y destilerías, de lo que sin duda es el mejor Ron, que he probado. Si esto no es el paraíso terrenal debe ser muy parecido.
Oscurecidas, pintarrajeadas en azules degradados por la lejanía se apreciaban las grandes montañas de la cordillera, como gigantes dormidos sobre la pradera habían quedado atrás al paso de las bestias, al mismo tiempo que mi corazón se aceleraba por la aflicción que produce dejar la hoguera encendida en la soledad de la Casa de Miralejos, la amada en gestación al cuidado de la Peonada, en plena cosecha del Cacao. Alejarse me hace sucumbir en el pasado, escribir se convierte en el único refugio para sustituir la nostalgia por la esperanza del reencuentro. Descubrir a Elena, cada día, complementa lo que soy, es el espejo de mi ser.

Sentado escribía en la mesa de la pequeña estación, me incorporé  en el andén, el reloj colgado en el techo marcaba las 10:57, de aquella mañana, era el 23 de agosto de 1932, hora pautada para una despedida, partiría por última vez una vieja locomotora de vapor-carbón. La Gavilán, haría su último viaje al garaje de la estación, donde quedaría como fiel recuerdo de las vivencias,  del pasado de una generación, del murmullo, del cortejo, de romances de media noche en los pasillos del tren. El maquinista fue soltando pausadamente los frenos de la locomotora, encendió la luz frontal de acetileno al mismo tiempo que tocó las campanas e hizo sonar seis veces el silbato, para advertir la partida, el vapor expulsado por la presión de la caldera nublaba el ambiente, con ella se iba una parte de mi pasado, alcé la mano para despedirla. Se fue perdiendo en los durmientes de la vía que se internaba en el bosque, oscuro y melancólico de una mañana de invierno. Volví la mirada a la servilleta manchada y arrugada para interpretar los trazos liberados de mi intimidad, atisbos de la consciencia que brotan y manchan el papel. Leí en silencio…

Quien me puede robar los sueños.
Dormido sueño que despierto ahí.
Ahí, donde estás tú.
Para que despertar si estoy en paz, sumergido en la serenidad.
Vivo en la nada para descubrir la única forma de  amar.
El amor que toca todo y te enseña la luz.

Ahí, donde estas tú.
Puedo reconciliar mi existencia.
Porque fuiste tú quien me enseñó el camino.
Me enseñaste a ver un mundo diferente, sin fronteras.
Aprendí a ver la vida sobre las cenizas.

Ahí, donde estas tú.
Está el amor a cambio de nada.
Están los cuerpos carcomidos por la urgencia de la caricia.
Dos rosas sin espinas.
La mirada  que no pregunta  -entra.
Porque fuiste tú quien me enseñó a ver la ingenuidad del niño con la conciencia del hombre.

Ahí, donde estas tú.
Está el principio y el fin.
La conciencia y la locura.
La risa y el llanto.
El Calor y el frío.
Lo dulce y lo amargo.
El Amor y el odio.
Porque fuiste tú quien me enseñó a dar  sin esperar nada.

Ahí, donde estas tú.
Puede haber todo, pero nunca el olvido.
Quien puede olvidar el cielo.
Nadie!
Sin embargo, el dolor forma parte del amar.


Las nubes estaban por desbordarse y caer como cántaros de agua sobre el pueblo, ya goteaba pertinazmente sobre el techo de la estación, la fuerza de la brisa arrancó la servilleta de mis manos, remontó tan alto que la perdí de vista en el cielo entre torbellinos que hicieron volar la inspiración, quien sabe porqué caprichos del destino. Ya no le negaba nada a los instintos que me habían devuelto a la vida. Agarré el sombrero y caminando de prisa, fui a buscar refugio en la Cantina de la plaza, era el único lugar para degustar un sabroso café cerrero. En la última silla de la barra estaba COMO NUNCA, así le llamaban, estaba como siempre, completamente ebrio.

-Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen, perdónalos –decía una y otra vez.
-¿Amigo por qué dices eso? – pregunté.
- Pasé por la Iglesia, como cada mañana a pedir perdón por mis pecados, para poder tomar en paz hasta quedar inconsciente de la borrachera para poder olvidar y, no sabe usted qué –contestó.
Meditativo se quedó con la mirada fija en la botella de aguardiente, aferrando con fuerza sus manos al borde de la barra para no caer al piso.
- ¿Qué? –pregunté nuevamente.
-Bueno, otra ceremonia, otro matrimonio, no, que pecado, que inocencia tan grande, no sé porqué no me consultan, yo antes de ser un borracho era un marido de los buenos y mira donde terminé, ahogando las penas en un vaso de alcohol, no, es un pecado. Si usted hubiera visto al inocente, un muchachito, es que anteayer mismo lo vi en los cañaverales alzando papagayos y jugando trompo. Esperé que saliera el cortejo -esas criaturas estaban pálidas del compromiso.
No pude hacer silencio ante tal afirmación.
- Sabe usted, cada quien tiene una forma de ver las cosas dependiendo que instrumento toca en la orquesta de la vida. Cada experiencia, cada individuo, cada pareja es diferente. Claro que las crisis surgen cuando dos cuerpos se reconcilian en la intimidad y después no llega la reconciliación de las dos almas -el amor, lo que crea un profundo vacío difícil de llenar, la tristeza llega al ruedo con una mezcla de amargura. Es la estocada final. Por eso estoy aquí. Lo importante es la libertad, no puede haber amor si no hay libertad para ser. 
-Usted es un hombre cultivado, habla bonito y puede que tenga razón, pero en el fondo después que pasan los años todas las relaciones son muy parecidas, una especie de conformidad con cansancio. Que se lo digo yo, que vivo en esta barra y soy testigo omnipresente de todos los cuentos y penas de este pueblo.
-Será como un testigo presente –corregí.
-No, no, entiéndalo bien, testigo omnipresente, porque yo puedo estar en cualquier lugar de esta barra, dependiendo de si estoy entrando o estoy saliendo. Quizás saliendo me cuesta un poquito más.
En estos valles la amabilidad, la sencillez de la gente, es única, sin ambigüedades ni protocolos para el acercamiento, para conversar y compartir. La cordialidad brota por los poros y contagia. Aquel hombre era un diario, sabía la historia de estas tierras, todo el acontecer de las calles incluyendo las intimidades detrás de las puertas y los encuentros clandestinos de zaguanes, en aquella barra recogía todas las glorias y quebrantos de un pueblo que por ser pequeño los chismes corrían como pólvora y lo convertían en un infierno grande. La verdad es que para mí, que era un forastero y desconocía sus intimidades, me parecía un lugar de paso muy apacible, con sus encantos, su folclore, sus cuentos de media noche, sus brujas, sus misterios, una historia llena de gloria, incluso de luchas por la independencia. No quería partir sin concluir el mensaje que deseaba dejar sembrado en este hombre. La verdad es que me cayó bien. -Proseguí.

- Según la forma en que veo las cosas la relación entre dos personas debe ser libre, espontánea sin ataduras de instituciones, sin cadenas, totalmente independiente, lo que implica que si cada uno es independiente del otro, la dependencia es el amor que los une, esa necesidad de relacionarse y descubrirse uno al otro cada día, si por alguna razón se desvanece la necesidad de descubrirse, lo que es totalmente natural, cada quien puede seguir un camino diferente, conservando la amistad. Desde luego que para ello no hay que dejar que el vaso se colme de desencantos, eso acabaría con todo. La independencia y la libertad deben ser la primera condición al relacionarnos.
- Caramba compita, usted habla de una forma tan ilustrada que a veces  no entiendo nada. A mí me gusta hablar claro y raspado, con el machete terciado en la cintura para que no se equivoquen. Por eso, es que ya no me quieren mucho en este pueblo, porque digo la verdad y la verdad ofende el Ego del individuo. No se dan cuenta que lo importante es el individuo,  no la personalidad que asumen como un disfraz frente a la sociedad. Dígame, ¿usted conoce algún borracho que no diga la verdad?  Mi Taita, en paz descanse, siempre decía …cuando quieras conocer a una persona bríndale una botella de Ron, veras como va brotando la verdad… Por eso es que no me quieren, me quitaron el nombre y me apodaron “Como Nunca”. ¡Le tienen miedo a la verdad! Por la verdad murió nuestro Señor. ¿o no?.
Cantinero, cantinero, sírvanos otro, que el amigo paga. -Dijo Como Nunca, en tono de voz alta, enredada y entrecortada por los efectos del alcohol.
- No, no, yo solo quiero otro café. Debo seguir mi viaje muy temprano a la capital. –Insistí.
- No hombre, no se preocupe tanto, si la capital está ahí, cerquitica en ese  tren endemoniado.
- ¿Por qué le llamas al tren endemoniado? ¿Es que ha ocurrido alguna desgracia? –Pregunté
- Hasta los momentos no ha tenido accidentes, pero tengo mis sentimientos contra ese tren. Tengo motivos para no quererlo.
- Escuche amigo, hay culturas que piensan que la vida es solo un sueño, sin embargo, para mí la vida es una gran obra de teatro donde cada quien asume un papel que cambia según las circunstancias, es por eso que lo que ves de una persona no es la realidad o es la realidad que quiere que tú veas, jamás terminarás de conocer a una persona, eso hace que relacionarse con otros sea tan dinámico. Decir la verdad no tiene nada de malo, pero me pregunto ¿cual verdad?, la tuya o de quien te la contó o de quien la vivió. Debes tener exquisito cuidado cuando juzgas a las personas. La imprudencia de quien no sabe callar juzga sin contemplación al inocente, que por estar lejos, no se puede defender y lo expone como carroña a la intemperie acechada por zamuros hambrientos, seducidos por el olor de la carne. Como quien dice, lo expone al escarnio público, al que dirán de la gente, que a veces se divierte con la desgracia de otros. Además cuando juzgas a otros te juzgas a ti mismo, colocando más límites de lo que es bueno y lo que es malo en tu conciencia, que después no te dejan ser feliz. Somos concientes de lo bueno y lo malo pero debemos tener mucho cuidado con los límites, con las prisiones que hacemos nosotros mismos en nuestras vidas. Como quien dice, somos prisioneros de nuestra moralidad.
-No, no, si yo no juzgo a nadie, solo digo lo que veo o pienso de las cosas, o sea, desde mi punto de vista pues. No se me ponga serio. Échese otro traguito de café, hagamos un brindis, así imagino que me está acompañando a embriagarme, para seguir olvidando. Salud.
Aquel hombre, ya como un despojo de la vida producto de las miserias del alcohol, tenía un pasado interesante, algo truncó su buen camino, perdió el sentido de la vida y no supo continuar. En aquel momento sentí la necesidad de colaborar, aportando mi propia experiencia de vida  para ayudarlo a buscar su puente al otro lado del camino, para que no se ahogara en la desdicha, en la amargura del pasado, cuando aún hay un sol radiante en su presente. Así que continué.
-Sus razonamientos tienen mucho de cierto, sin embargo, debo insistir cada individuo es un mundo singular y una relación son esos dos mundos intercambiando, interactuando, compartiendo afinidades y aceptando diferencias, para madurar y seguir caminando juntos. Aceptar las diferencias hace crecer y madurar las relaciones. Nadie tiene la verdad, nadie.  En toda relación es necesario el calorcito, la caricia, el te quiero, el abrazo, el beso, el roce –no hay que suponer nada, cuando suponemos el amor y no demostramos el afecto, ahí empieza a morir todo, es cuando la carga empieza a hacerse pesada.
-Si usted lo dice, así debe ser, estoy desarmado pues. Para mí, ya es tarde, no hay vuelta a tras.
Contestó, mientras empinaba el vaso de aguardiente y pasaba las manos sobres sus labios para no dejar escapar ni una sola gota de alcohol.
-¿Qué tratas de olvidar con el alcohol? –pregunté.
-Esa es una pregunta impertinente, para alguien que trata de olvidar las penas, pero le voy a contestar. Estoy tratando de olvidar a ese tren. Ese condenado tren que me ha robado todita la felicidad. Le tengo más miedo a ese tren del cipote que al mismito Demonio bailando con la Sayona, un bolero pegadito  pa´  repartirse las almas. Ave Amaría Purísima, que estoy diciendo. -Se persignó tres veces mirando el lecho, como suplicando perdón por invocar al Demonio.   
-¿Cómo que el tren? ¿Qué culpa puede tener por sus penas una maquina?
-Sí, así mismito es, porque en ese tren una mañana se fue la mujer con los muchachos para no volver más nunca y pa´ colmo después se me fue el amor. Se lo llevó. Cuando estaba más enamoradito se me fue la otra detrás de un musiú, sí, de un catire que hablaba todo raro, de esos de la compañía Inglesa, que vinieron a construir el tren y luego se quedaron por aquí. Un día se la llevó, me dejó sembrado el amor en el pecho en pleno florecimiento. ¿Cómo se puede olvidar un amor florecido que no se ha marchitado? Aún no lo puedo creer, si usted me hubiera visto, es que parecía un carajito enamorado, es que si me pedía una estrella le bajaba el cielo completo, con todo y Luna. Así fue, así mismito fue y, ese dolor no sale nunca de mi pecho.
-Le voy a dar un consejo. El aguardiente no es amigo de las penas, porque es cierto al principio te desinhibe y te hace olvidar pero después  que pasa el efecto te deprime más y te hunde en los laberintos de la mente.  En un momento yo también perdí  el sentido de la vida, nada me hacía feliz, nada me llenaba y lo tenía todo. Por eso estoy aquí, empecé un nuevo camino lejos de Europa, vine a este hermoso país en busca de un paraíso idílico, en busca de la esencia de mi ser, en busca del sentido de la vida y, sabe qué.
-Pues qué?
-Lo encontré de nuevo. Hoy mi vida tiene sentido, como nunca antes. La serenidad y la paz volvieron, el amor que siento lo toca todo, en este momento lo toca a usted.
-A mí, no, no, mejor me voy, que a mí no me gustan  los hombres delicados. A mí usted no me toca pues. -Dijo Como Nunca, mientras me golpeaba con la mirada.
-No mal interprete hombre, me refiero al amor por el todo, por la creación y usted es parte de esa creación. Así, que como me sucedió a mí, le puede suceder a usted. Acepte hombre, olvide y jamás ponga su felicidad a depender de acontecimientos o actuaciones de otros. Empiece de nuevo que el destino tiene algo para usted. El sol sale para todos, aún las flores despiden su fragancia, aún los pájaros cantan cada mañana para recordarle que hay un nuevo día. Cada amanecer es una nueva oportunidad que nos da la vida para conquistar la cima.
-No, si yo me levanto tempranito con el canto del primer Gallo y las Guacharacas, que gritan más que mujer alborotada. Mientras pienso en todo eso que usted ha dicho, me voy a tomar otro traguito, mañana es otro día y solo espero que no se me olviden sus palabras, aunque usted no lo crea tengo buena memoria.
De pronto me acordé que no tenía hospedaje para esa noche, terminé de tomar el último sorbo de café, le di dos palmaditas en la espalda a Como Nunca, y salí….


<<Fernando, 1932. Cinco años después de su llegada a las Costas de Sagrario, impulsado por los instintos que le devolvieron el sentido a  su vida.
Carlos Eduardo, visitó la estación en el 2002. Vinieron a su mente destellos del pasado.
 (Cuando se pierde el sentido de la vida parece que todo termina, pero no es así, debes buscar y volver a comenzar.)
Relatos y anécdotas de Obsesiones de la Mente.
Parte de una historia oculta en mi inconsciente que cobra vida como ráfagas de luz que se presentan en el consciente al paso de los acontecimientos.>>

Jaime Fernando Verona González.

Un pensamiento positivo.


Boca de Uchire - Edo. Anzoátegui. Venezuela.

Los malos pensamientos nada aportan para tu bienestar, cuando desvías tus pensamientos a lo negativo estas malgastando tu energía, estas rompiendo el equilibrio necesario entre mente y corazón -equilibrio indispensable para mantenerte en el camino de la felicidad.
Es muy sencillo identificar un pensamiento negativo, te dan vueltas en la cabeza hasta el cansancio y dejan algo así como un rastro de amargura, un peso en el cuerpo o lo más simple, nada queda de ellos.
Es tu actitud frente a la vida la que te mantiene en el camino correcto  –no hay un camino a la felicidad  –la felicidad es el camino -vivir a plenitud en armonía con el entorno.
Conserva toda tu energía para lo bueno para estimular el pensamiento positivo. Verás lo que sucede. La magia llega. La serenidad te arropará.
No resistas, no enfrentes la maldad,  evita la agresividad, no desgastes tu energía en eso, dejarás de crecer por nada. Recuerda, no estas obligado a cambiar el Mundo, sin embargo, si ves en tu mundo interior y desalojas de ahí todo pensamiento negativo, te irás transformando, el mundo percibirá tu luz y querrá seguir tus pasos.
Un ejemplo dice más que mil palabras.
Sin querer estarás cambiando el mundo.
Cuando enfrentas la maldad, te alteras, te haces irracional y sufres.
Sigue caminando y conserva toda tu energía para gastarla e invertirla en el crecimiento espiritual –dentro de ti.-
Si el individuo ve dentro de sí, desechando lo negativo, desechando la destrucción como un medio de poseer las cosas, si valora más el bien común, si valora más el ser que el tener, es entonces cuando el mundo estará buscando su equilibrio.
Deja de pensar que no te quieren, en el odio, en la envidia, en el rencor, deja de condenar, deja de juzgar a los demás, deja de juzgar tus propios pensamientos, eso te debilita, te hace vulnerable, no le da paz a tu mente, te condenan a sufrir y no te permite disfrutar el momento.

Sé que es un pensamiento muy trillado, sabido, repetitivo, pero solo pretendo dejarlo volar una vez más para que toque la conciencia de la humanidad, para que toque la conciencia del todo.

-No digo que sea fácil, sin embargo es posible  y le devuelve la magia a tu vida.
-La serenidad y la paz que tanto buscas está ahí, en tus manos.

Disculpen por escaparme un poco de la fantasía, de la ingenuidad, del niño que vive en mí, pero necesitaba hacer esta reflexión.

Jaime Fernando Verona González.

domingo, 19 de agosto de 2012

LA INSPIRACIÓN.


 

18 de Agosto del 2012 - Fortin de la Magdalena.

Paraísos de ensueños que dan vida a la imaginación, seduce a la inspiración para dar rienda suelta al compositor, al poeta, al pintor, al escultor, a todo el arte, a la creación.

Es tanto y a la vez tan poco lo que se ha escrito sobre el amor. Nunca será mucho.

El amor transforma al hombre, lo vuelve creador, con las manos de Dios, suspira y escribe, sueña y dibuja, esculpe y descubre. De sus entrañas brota la música para gritar al mundo su alegría, su sueño, su dolor, su frustración.

Golpea y esculpe la roca más dura para celebrar la belleza que ha descubierto su imaginación.

Fustigado por la pasión hace notas en el pentagrama, manchas negras que se vuelven canción para conectar  las almas y sincronizar al mundo alrededor de su amor.

Colmado de Luz desplaza los pinceles  sobre el lienzo dejando rastros de color para que la humanidad interprete el motivo de su inspiración, de la redención que lo hizo libre de los tormentos de su frenesí.

Así nace la belleza en el mundo producto del amor, de la pasión del hombre y el encuentro con su Dios.


Jaime Fernando Verona González.

domingo, 5 de agosto de 2012

Un enigma en la vida de Carlos Eduardo.

Fotografia. Dinora G.



En ese momento mi cuerpo se estremeció, como si algo me impulsaba, cada fibra de mi cuerpo fue tocada, la piel se me erizó y sentí la necesidad de subir las pequeñas escaleras que dan al ático, la suave brisa del mar se elevaba  peinando los riscos de la escarpada montaña y entraba por las ventanas, los rayos del sol iluminaban la sala y las cortinas blancas danzaban al son de la brisa. En cada paso que daba en la pequeña escalera, los peldaños de madera rechinaban y sentía que el sonido me era familiar – ya lo conocía –a cada paso me iba transportando a un pasado que estaba en mi mente, que estaba en mi inconsciente, sentí una transformación en mi Ser, en mi Alma, islotes perdidos en la memoria se iban uniendo para comprender los caprichos de la existencia, estaba reviviendo una vida pasada -la vida de Fernando.
Intuía que la respuesta a todo estaba en este lugar, en esa habitación –después de tanta búsqueda, de un por qué, de los últimos años de mi vida sin sentido, sin lógica, de un fracaso en mi vida sentimental, al fin estaba a punto de descubrir que me trajo hasta este lugar, quien me llamó y para qué, entendería aquella fuerza que me sustrajo, que me motivó, que me hizo perder la razón, que me sacó de la rutina y me arrastró obligándome a venir hasta este rincón hermosísimo de la tierra,  apartado de la civilización, con vistas de eternas primaveras, crepúsculos de ensueños sobre el mar Caribe.

-La pregunta que me hice algunos años atrás, hoy tendría una respuesta.
Llegué al descanso de la escalera, pude ver una delgada puerta de madera, muy antigua pero bien conservada, rústica pero muy hermosa, me paré frente a la puerta, posé mi mano sobre la cerradura esperando que abriera, así fue, me detuve instantes antes de entrar, sí estaba en lo cierto estaba a punto de descubrir un lugar misterioso y sagrado, celoso guardián de los secretos de una vida pasada, de mi vida anterior.
La emoción volvió a recorrer todo mi cuerpo, mis ojos se humedecieron, aunque no los veía sabía que brillaban, no pude esperar más y empujé la puerta, se develó ante mí una pequeña habitación iluminada por dos ventanas muy delgadas, una a cada extremo, perfectamente cerradas, de cristales rectangulares, protectoras de este lugar sagrado durante tanto tiempo, mi impresión es que el tiempo se detuvo dentro de estas cuatro paredes  durante muchos años, sentía la presencia de alguien que no veía, no estaba solo, la luz del día entraba a la habitación, en cada paso me sucedía lo mismo que al subir las escaleras –sentía que había estado en este lugar, mis manos fueron tocando, sintiendo cada mueble, cada objeto, al fondo había un viejo y muy antiguo secreter de madera, perfectamente ordenado, una silla, aún doblado sobre el secreter un periódico  envejecido, amarillo por el transcurrir de los años, pude leer la fecha -19 de Octubre de 1.945, quizás fue la última vez que Elena, entró en esta habitación, han pasado sesenta años, el titular reseñaba el Golpe de Estado contra el General Isaías Medina Angarita, ocurrido un día antes, una verdadera reliquia que no me atreví a tocar.  Una pintura en la pared era el lugar más resaltante con los rostros de una mujer y un hombre, me quedé frente a la pintura con la mirada fija sobre los rostros, Jamaica, me había hablado de su existencia, era un retrato de sus padres, los rostros de Fernando y Elena. Observando cada centímetro de aquellos dos rostros la emoción se hizo más intensa, las lagrimas recorrían mis mejillas, estaba frente a Elena, la amada mujer que estaba en el inconsciente y seguro muy cerca de mí como una guía, como una  sombra, mi Alma Gemela,  si estaba en lo cierto me encontraba frente a mi propia imagen, reencontrarme con mi rostro en una vida pasada produjo una sensación que no puedo describir con palabras, estaba paralizado, solo en aquel apartado lugar, el corazón latía fuerte y muy acelerado.
Aquellos dos rostros, desnudaban ante mí  sentimientos de felicidad, de dicha, como si la pintura hablara, como si la pintura me quisiera expresar la paz que esos dos seres encontraron en esa vida al juntar sus Almas. El rostro de Elena, morena, color café, de rostro sutil, de suaves facciones extraordinariamente hermosa, sin duda una mujer de belleza singular. Sentí la necesidad de tenerla entre mis brazos, de acariciar su rostro, de besarla, de tocar su larga cabellera, de palpar todo su cuerpo.
Algo me impulsaba a pensar que en aquella habitación, en algún lugar celosamente escondidas estaban las cartas de Fernando, y el escrito de un juramento, que Jamaica, me había confesado existían, una historia, un compromiso ante Dios, que forman parte de mi luz interior, de mi conexión con el todo,  de lo que fui, de lo que soy, de lo que seguramente seré.
-Mi alma está en paz en este lugar,  como si encontró de nuevo el rumbo perdido desde donde nunca debió partir.

(El enigma de la vida de Carlos Eduardo, en busca de una vida anterior para darle paz a su alma. Descubrir quien fue  Elena, Fernando y Kay, en aquella vida, conocer a Jamaica, hija de Elena y Fernando, su único vínculo con las dos vidas, un puente para lograr entender todo lo que sucedía en su vida hoy. Año 2005, Carlos Eduardo, había cumplido 50 años)
(Los misterios de Obsesiones de la Mente)

Jaime Fernando Verona González.

MI AMIGO INTERIOR.

Pintura. Mafe V.
Cabalgo sobre tus hombros, cuando veo dentro de mí estas ahí, si hablo con la soledad  siempre me respondes.
Ahora que sé donde estas jamás estoy solo.
Hablo contigo y de ti con toda confianza, como el mejor amigo, como la voz que me da la fuerza para seguir, para no perder el rumbo, para no peder  el aliento jamás.
Estarás ahí hasta el último suspiro de la vida.

(Pensamiento de Carlos Eduardo, al develar el enigma de su vida, guiado por los instintos de su mente, por su voz interior.) (Obsesiones de la Mente)

UN NUEVO DÍA.

Fortin La Magdalena - Cerro El Morro - Lechería - Venezuela.


La rosa se marchitó.
La vela se apagó.
Era su destino.
La fragancia de una flor tiene vida finita.
La luz de la vela se consume como la pasión, solo si está encendida.
Todo quedó sobre la mesa.
La cama nunca se desvistió.
Un cielo lagrimoso esconde los rayos del  sol.
Nubarrones plomizos se dibujan en el horizonte.
Dos golondrinas de la escarpada alzaron vuelo con la tormenta, el nido quedó vacío.
Y sin embargo, cuando una flor se marchita, mientras una vela se apaga, mientras dos golondrinas vuelan abandonando el nido, hay miles de rosas en primavera con una fragancia eterna,  millones de velas encendidas alumbrando la vida, cientos de golondrinas anidando la escarpada como señal de bienvenida.

No se puede perder la sonrisa, es la salvación en horas de despedidas.

Si muere la esperanza desaparece  la vida.
Si muere la esperanza desaparece la fragancia eterna de las flores.
Si muere la esperanza se apagarán todas las velas.
Si muere la esperanza morirán las golondrinas.
Si muere la esperanza será el último ocaso de una vida.
La esperanza solo debe morir en el mismo instante que se va la vida.



(Carta de Fernando por la partida de Elena. -1.930)
Obsesiones de la Mente.

EL PAN DE LA VIDA.

Cerro El Morro - Lachería - Venezuela.


Ayer se fue.
Los recuerdos persisten, se niegan a volar.
La fuerza de una relación que destruye lo hermoso del estado de amor.
Y veo las cartas con esperanza y desprecio.
Esperanza por el pan de la vida y desprecio por la despedida.
Si levanto la mirada,  veré la luz del día, el sol, la luna con su manto de estrellas, las flores y las dos gaviotas del balcón del mar, pero no más de ahí.

Un baúl vacío está en el olvido, no hay pañuelos perfumados, ni fotos compartidas, no hubo ramos de rosas, tampoco hubo espinas.
No hubo bailes ni juegos en las esquinas.
No hay recuerdos.
No puede haber recuerdos de la nada.
No extraño, no hay lugares donde hacerlo, porque no hubo ninguno.
Sigo viendo las cartas con amor y con desprecio.
Escribir aquí es mi puente al otro lado,  allí está la otra orilla de la vida, aún así el agua corre bajo el puente y toca las dos riveras de la existencia.
-Riveras de amor.
-Riveras de odio.
Riveras que no se unen nunca pero van juntas a lo largo de una vida.
-Amor por lo que se fue.
-Odio por la despedida, la soledad de la partida.
Todo quedó en silencio, la soledad se vuelve rutina.
Ya no percibo el ruido de las llaves por la llegada repentina.
Sentado en la nada con la mirada en el café y el pensamiento en la distancia que se pierde sin ecos, sin respuestas.
Sin embargo, no hay heridas, nada que curar.
El mundo continúa girando uno y otro día –todo sigue igual.
Y pienso en la nobleza del papel que soporta en silencio todo lo que la pluma escribe sobre el, sin quejas, sin llantos.
Cuanto tiempo ha soportado el papel a la tinta, solo para que no queden en la nada los sueños del hombre en la soledad, para que un mundo idílico de posibles fantasías no quede en el olvido.
Sería un desperdicio que nadie perdonaría.
El pan de la vida se perdería en la nada.
El amor.

(Carta de Fernando. Obsesiones de la Mente)